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viernes, octubre 28, 2005

RAÚL RUIZ y el cine polizonte (1era parte)

(A propósito de “El Dominio Perdido”).


La ocasión de la retrospectiva de Raúl Ruiz seguramente es el mejor escenario para que la opinión del nuevo esnobismo aflore llenándolo de adulaciones, dándole las llaves de la ciudad o nombrándolo el tercer padre de la patria –ya que está de moda el concepto-. Sería mejor, sin embargo, que haya sido un momento para otra cosa: ir al cine y ver sus películas.

El Dominio Perdido: Como muchas películas de Ruiz, esta sucede en Chile, pero desde la otredad. Es a primera vista un país ajeno a los chilenos, donde comparten fantasmas con aventureros extravagantes y donde los locales, los chilenos-tipo, miran desde una curiosidad demasiado ingenua. Pero a medida que avanza la narración (y la cronología interna de las vidas de los personajes) los franceses puestos de chilenos descorren el velo que tapaba un elemento clave de cierta identidad que nos corresponde: la medianía, el más o menos. Max, el chileno, no es suficientemente honesto para hacer estallar la mezcla de frustración y admiración que le produce la figura de Antoine, el aviador francés; son medianamente amigos. Más adelante el mismo chileno es supuestamente atrevido como para ser insolente con un mero cabo del ejército, pero nunca es suficientemente valiente como para embarcarse en una campaña de rescate del joven francés apresado tras el golpe militar. Es más o menos choro.

Como nota final agrego que a propósito de esta retrospectiva alguien dijo hace poco que “Ruiz está para llevar al límite la experimentación narrativa, llevarla a niveles sacrílegamente ambiguos. Otros son los que tienen la función de tomar lo que hace él y esconderlo en un cine más asequible”. Quizás ahí esté la clave, él quiere estar en el misterio y que otros funden, o re-funden, los ministerios.