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sábado, octubre 29, 2005

RAÚL RUIZ y el cine polizonte (2da parte)

(A propósito de “Ese Día” y “Un Lugar entre los Vivos”).

Ese Día: Me da la sensación que en lo que he visto del cine de Ruiz (9 películas, un tímido 10% de su obra) el tiene principalmente 2 caras reconocibles. Ese Día entra en la misma clasificación que Tres vidas y Una Sola Muerte protagonizada por Mastroianni. La empatía que produce la actriz Elsa Zylberstein se construye de parecida a la del actor italiano; encarnan personajes bonachones pero ambiguos. Estos deambulan en un universo no demasiado distinto del de cualquier película de Ruiz, pero su presencia hegemonizadora hace que la extrañeza a veces indigerible adquiera una cara cómica. Así, esta película se transforma en una revisión del género policial con humor de primer nivel, sostenido en 3 pilares fundamentales: Policías que hacen como que no investigan –y uno cae engañado- pero que al final habían desarrollado un plan “entre las sombras”, que pasa totalmente desapercibido hasta para el espectador. En segundo lugar una irreconocible damisela en peligro que muta de niña ingenua a mujer histérica y a adolescente en pubertad. Y por último, un asesino excéntrico que a veces deja su condición de criminal en segundo o tercer plano ya que su deseo de matar se ve superado por la fundación de un nuevo deporte: medirle el nivel de azúcar en la sangre a sus últimas víctimas. Esta vez Ruiz mismo se encarga de camuflar solventemente sus intenciones contestatarias hacia el modelo de relato clásico, ocultándolo bajo capas que hacen que la película entre por completo en el espectador y luego, desde dentro, estalle.
Un Lugar entre los Vivos: Esta película le sirve al director para empezar a desintoxicarse de la película que acababa de filmar antes, la justo antes mencionada Ese Día. Es que ese filme a ratos bien podría ser la respuesta de un cineasta joven admirador de Tarantino u otro cineasta posmoderno con exceso de televisión en su infancia. Ese Día funcionaba como una película cinéfila y si bien Un Lugar entre los Vivos podría ser considerada su visión personal del cine negro, y por lo tanto cinéfila también; esta última concilia mucho mejor la lógica, o ilógica, del resto del cine de Ruiz: reaparecen las presencias fantasmales, los chistes malos aludiendo a un Chile de chistes malos y los quiebres en el modelo narrativo, ese cine que cuenta una primera película y por debajo cuenta una o más películas ocultas que a veces ni siquiera el director controla, intermitentemente el cuento se rebela.
“Cuando se termina la película, uno mira para ver qué película hizo. Le quitas esta toma y esta otra y entonces se te redondea. Y ahí está finalmente la película oculta, la película clandestina, que está detrás de la que estamos viendo”. -Raúl Ruiz